EXCURSIÓN A CABO DE GATA Y
RODALQUILAR
Queridos compañeros ayer mientras veníamos
ya de vuelta de nuestra marathoniana excursión por Cabo de Gata y Rodalquilar,
mi amigo Miguel Sánchez Mancilla me sugirió que hiciese una crónica de lo
acontecido en esta visita, Así que me he sentado ante el ordenador y voy a
tratar de hacer que trabaje mi memoria. Quiero aclarar que no voy a contar con
pelos y señales todo, todo … sino que trataré de hacer un resumen y así no
canso a la parroquia que ayer tuvo una buena sesión con el guía y hasta vi a
alguno con humo saliéndole por las orejas. Sería un calentón de neuronas.
Lo primero que tengo que
decir que el madrugón fue como una puñalada trapera. Cuando me sonó el
despertador me repetía la misma pregunta, ¿qué se me habrá perdido a mi en Cabo
de Gata?. Luego a medida que me espabilaba ya fui entrando en mi papel de
excursionista.
Una vez en el lugar de la cita los saludos,
el reparto de los asientos (muy mala suerte para Marisa y un servidor) y los
retrasos, etc.
Enfilamos
el camino de la aventura del día. Yo me aposenté al lado de Pepe Rubia al que
le sobraba un asiento. Estuvimos de cháchara todo el tiempo. Y fue un acierto
porque cuando quisimos darnos cuenta ya estábamos en Almería. Pepe es un
excelente compañero de viaje . Paramos a desayunar en “no se donde”, pero por
mis noticias me inclino por “Retamar”, no tengo seguridad absoluta. Para
desayunar tuvimos dos chiringuitos a elegir.
Uno cercano (casualidad;
una gran parte de lo expedicionarios lo colapsó) y otro un poco más lejos fue
en donde disfrutamos, el resto del personal, de un buen café(torrefacto por
cierto) con su tostada correspondiente. Y todo en un ambiente sin agobios ni
nada parecido. Vuelta al autobús y directos a “La Amoladeras ”, centro de
interpretación del Parque Natural de Cabo de Gata. Allí dentro observación de
los paneles informativos. Compra de souvenir y proyección de una película sobre
el origen del parque y etc. Salimos con tiempo de sobra y nos fuimos al lado
del autobús. Con lo bien que se estaba en el Centro de interpretación sin tener
que soportar el inclemente viento que ya a esa hora estaba furiosillo.
Nuestro
guía se retrasó un poco (motivos tenía porque ahora está aprovechando su tiempo
para enriquecerse culturalmente hablando) y el amigo Paco Sáenz lo llamó por el
móvil y nos tranquilizó diciéndonos que en breve estaría con nosotros.
Y como Julio César, llegó, vio
y venció porque con su sapiencia y su don de palabra se metió al público en el
bolsillo. Y lo hizo tanto en las explicaciones en las Salinas como en el
mismísimo Cabo de Gata y Rodalquilar.
Yo como no iba tomando notas de lo que decía
poco puedo repetir aquí pero si alguno
quiere saber más lo remito a mi amigo Manuel que no perdió detalle de las
exposiciones de José María y si no en Google se escribe el Nombre de Parque
Natural de Cabo de Gata y le sale a uno la Biblia en pastas..
Pero lo que es el Cabo decidimos dejarlo
para mejor ocasión por el viento tan molesto que nos azotaba y aparte era ya la
hora de ir pensando en tomar algo porque a algunos se iban a desmayar. Todos en
consenso total nos metimos en el autobús y rumbo a San José. Por el camino el
perverso de Miguel Sánchez Mancilla no paraba de mentar ricos y exquisitos
platos para que se nos pusiera en funcionamiento el llamado reflejo
condicionado de Paulov o dicho en motrileño castizo “para
que “nos chorreara la saliva por los labios”.
Menos mal
que no tardamos en llegar porque sino a alguien le da un ataque. En San José
entramos con buen pie que hasta el supermercado estaba abierto al igual que
algunos restaurantes y bares; pero no era nuestro caso nosotros veníamos
preparados: Fiambreras con tortilla , lágrimas de pollo (que no se si eran de
antes de matarlo o de después), fritillo, verduras cocidas, etc.. Y de las
bebidas que voy a decir. Los responsables del viaje llevaban cuatro botellas de
vino tinto que si Miguel no insiste se la liquidan entre ellos. Al final vino
Paco Sáenz con un “culillo· lleno de zurrapas a ver si queríamos. Nosotros
declinamos la invitación, claro está. ¡Que es broma!. Hombre.
Llegó
nuestro guía y el personal entregado se fue en pos suyo para oir las que sería
las penúltimas explicaciones. El inicio fue el jardín Botánico. Una serie de
paneles nos daban las claves de como se habían adaptado a la sequedad del
terreno todas las plantas que nacen en ese lugar. Y de ahí a verlas en “carne y
hueso” en el jardín adosado al edificio. En este caso es cierto que el jardín
está adosado por que se creo después. Ese edificio lo utilizaron los mineros y
no tenían jardín. El guía nos fue señalando las plantas que son comunes tanto
en Motril como en Almería y se detuvo a explicar los porqués de otras entre
ellas “la revienta marranos” y también la “prueba yernos”. Dimos una vuelta al
ruedo como los toreros y directos a otra antigua nave de los mineros hoy
reconvertida en el Museo de los Volcanes,
En sus
puertas hubimos de esperar porque a nuestro guía, donde tendría la cabeza, se
le olvidaron las llaves. Todo lo que vimos dentro fue muy interesante y aquí ya
nos mostró directamente el origen volcánico de esta zona. Y han querido
mostrarnos la
Geodiversidad de manera cercana para que todos podamos
comprender la evolución que ha sufrido hasta llegar a nuestros días.
Eran las
seis y media y todavía estábamos allí en medio de la exposición del guía,
animado ante ese público motrileño, serio, responsable y atento a a todas sus
palabras. Nadie se atrevía a romper esos momentos mágicos de comunión y entrega
de nosotros con el guía. Pero Conchi Salmerón supo despertar de tal encanto y
dijo que ya iba siendo hora de terminar porque ella trabajaba y entraba a las
diez de la noche. El guía aceleró y en unos minutos concluyó. Ya en la
despedida le comentó a Manolo Gil que estaba asombrado de haber tenido una
gente tan en su papel y con ganas de aprender cosas nuevas. Y que eso no era lo
corriwente entre las visitas que recibía. Antes de despedirnos definitivamente
El Equipo directivo le hizo entrega de un obsequio en nombre de todos, cosa que
agradeció.
Eran sobre las siete de la tarde cuando
definitivamente abandonamos Rodalquilar rumbo a nuestro Motril. El amigo Miguel
tuvo varias ocurrencias que desataron nuestro buen humor llevándonos a reír con
ganas. Una de las ocurrencias que salió fue que Paco Galeote, Ángeles Estévez
Antonio Ortiz Marisa, Miguel y un servidor nos presentaríamos en el Katena a
esperar a los organizadores del viaje que seguro estarían allí para gastarse el
dinero que les había sobrado. Cada uno hacía un comentario un tanto
descabellado que al imaginar la situación se nos saltaban las lágrimas con la
risa. Y así sobre las nueve de la noche llegamos a nuestro pueblo. Saludos para
todos.
No quiero olvidar a un compañero circunstancial que fue nuestro anfitrión en San José y visto su talante estaba más que acostumbrado a recibir, en primera persona, a las visitas que llegan a su pueblo.